Carta de Pedro Lemebel a Piñera

// Domingo, 6 diciembre, 2009 en General

Demasiado barato quiere comprar este paisito, don Piñi; usted que va
por la vida tasando y preguntando cuánto vale todo. Y de un guaracazo
se compra medio Chiloé, con botes y palafitos incluidos. Con cerros,
bosques y ríos, hasta que se pierde la mirada en la distancia, le
pertenece a usted.


¿Cómo puede haber gente dueña de tanto horizonte? ¿Cómo puede haber
gente tan enguatada de paisaje? Me parece obscena esa glotonería de
tanto tener..

Me causa asombro que, más encima, quiera dirigirnos la vida desde La
Moneda. Muy barata quiere rematar esta patria, don Piñi, y sólo con un
discurso liviano de boy scout buena onda. Pura buena onda ofrece
usted, don Piñi boy, como si estuviera conquistando al populacho con
maní y papas fritas.

Nada más, el resto pura plata; empachado de money, quiere pasar a la
posteridad sólo por eso. Porque cuando cita mal a Neruda se nota que a
usted le dio sólo para los números y no para la letra. Es decir, usted
es puro número y cálculo, señor Piñi, poca reflexión, poco verbo, poca
idea, aunque esa es la única palabra que usa entre sus contadas
palabras efectistas. Buena onda y futurismo. Las heridas se parchan
con dólares. La memoria queda atrás como una tétrica película que
olvidar. Sin vacilar marchar, que el futuro es nuestro (parece himno
de la juventud nazi).

Así arenga usted a este pueblo embelesado con los adelantos urbanos
hechos por la Concertación. Nadie sabe para quién trabaja, y usted la
encontró lista. O sea, usted se pasa de listo, don Piñi. Quiere
hacernos creer que siempre  fue demócrata, pero lo recordamos clarito
sobándole el lomo a la dictadura, haciéndole campaña a Büchi, amigote
de la misma patota facha que le anima la campaña. Los peores, la
gorilada del terror. Parece que este suelo nunca aprendió la lección,
ni siquiera a golpes, y con facilidad se traga el sermón de la derecha
pinochetista, ahora remasterizada con piel de oveja neoliberal. Pero
son los mismos de entonces, soberbiamente gozando los privilegios de
la democracia que conseguimos nosotros, y sólo nosotros, porque
también yo dudo que en el plebiscito votara que no simpatizando por la
derecha.

Mire usted qué fácil le resultaba tratar de transformar el Mapocho en
un Sena con sauces. Puro arribismo, intentar esticar con terracitas y
botecitos parisinos a nuestro roto Mapocho, quizás lo único rebelde
que le va quedando a esta ciudad.

Qué  delirio, míster Piñi, ¿por qué no se va a Europa si cacha que
nunca va a poder blanquear la porfiada cochambre india de nuestra
raza?

Quizás todo el país se acuerda de usted formando parte de la nata
panzona del derechismo empresarial. Por entonces, en aquella época de
terror, quien hacía fortuna de alguna manera era a costa de las
garantías de la represión. Usted llenaba sus arcas, don Piñi, y
nosotros sudábamos la gota gorda, o la gota de sangre. Fíjese que no
se nos ha olvidado, y nunca se nos olvidará, aunque a usted le
reviente que el pasado aflore cuando menos se lo espera.

A usted ni a sus yuntas de pacto les conviene el pasado, por eso miran
turnios y amnésicos al futuro. Su discurso Disneyworld, míster Piñi,
no resiste análisis, y sólo el arribismo miamista de algunos chilenos
le compra su receta de vida fácil, su filosofía banal de texano
paticorto. Usted me recuerda a Bush, a Menem, Piñito. Es la nueva
derecha titiritesca y farandulona. Puro show, pura foto tecnicolor de
mundo feliz con sus sombreros republicanos en el Crown Plaza.

Pero le falta la cultura a su centro derecha inmediatista. No hay peso
intelectual en su carnavaleo de propaganda.. Nada más que modelos
tetudas y parientes de hippysmo revenido. Demasiado barato quiere
rematar este país, Piñito. Ni siquiera basta con su cátedra fantasma
en las aulas de Harvard.

Tampoco, usar de propaganda la limosna que puso por mi amiga Gladys en
sus últimos momentos; eso es muy feo, y de mal gusto. Sobre todo para
usted que es tan humanista cristiano .Porque usted es pillo, Piñín.
Quiere sacar adherentes de todos lados, como si este país fuera
sombrero de mago. Lástima que la oferta de su vanidosa feria de
variedades huele a ventaja populista. Nahda más, don Piñi; el resto,
esperar con  cueva lo que ocurra en el 2009.

Pedro Lemebel

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